Hoy es el último día de algo que comenzamos juntos. Este curso de catequesis ha sido el primero para vosotros pero también para algunos catequistas, que lo hemos hecho como mejor sabíamos.

Esto es una despedida pero no para siempre, esperamos veros aquí cada domingo, pero también el año que viene.

Quería agradecer a los padres que en estos tiempos en los que la fe es dudosa, hayan confiado en nosotros, la Iglesia Católica, un lugar donde educar a sus hijos con esta creencia que todos los católicos tenemos. Sus hijos son niños maravillosos con los que hemos aprendido a mostrar quien fue Jesucristo y porque después de tantos años se sigue hablando de el. Pero he aprendido muchas cosas de ellos, he aprendido que teniendo estos grandes compañeros y estos niños tan buenos es posible hacer algo de lo que no te creías capaz.

No puedo negar que mis viernes se quedarán vacíos cuando hoy salgamos de aquí y ya no tenga que venir para ver a los niños tan simpáticos que he visto cada viernes durante unos cuantos meses. No les conozco a todos y con la mala memoria que tengo me sería imposible recordar todos los nombres... pero a quienes he podido conocer, he de admitir, les he cogido mucho cariño y espero se porten muy bien en casa, tanto como han hecho aquí. Algunos enfados hemos tenido, pero eso era de esperar, pues al principio yo no sabía cómo explicarles y ellos querían charlar, pero terminamos zanjando todos los problemas y dándonos cuenta que hay tiempo para todo.

Hemos de agradecer también a nuestro párroco José Joaquín el habernos permitido estar aquí durante este tiempo. Creyó en nosotros cuando ni siquiera nosotros creíamos que fuéramos a conseguirlo. Supo ver en nosotros una capacidad para hacer esto y también nosotros lo creemos ahora.

Solo me queda despedirme y decir que os echaremos mucho de menos porque habéis formado parte de nuestra rutina durante unos meses maravillosos.

Muchas gracias a todos por uniros a esta gran familia.

Maribel